lunes, julio 18, 2011

COBARDE


Un bonito vestido. Sí. Eso es lo que le vendría bien ahora, el complemento ideal a las uñas recién pintadas de negro, al conjunto de lencería de blonda, negro también, y las medias de rejilla que van ciñendo su carne como manos ávidas. Un vestido, murmuró, mientras el deseo seguía creciendo entre sus piernas. Un vestido, ¡maldita sea!  Ojalá pudiese ponerme un vestido,  pensó mientras se masturbaba  frente al espejo. Después, con infinito cuidado fue guardando su disfraz en los cajones del armario de su mujer. Maldijo en silencio su pasión compulsiva por las enanas y su cobardía.

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