
Ella nunca sospechó de sus lunes al sol. El seguía acudiendo a la oficina cada día. Se compró un coche más caro, siguió vistiendo de Armani, volando de Tokio a New York, regalándole flores y lencería de diseño.
Por eso, la noche en que la arrastraron a una despedida de soltera, no pudo soportar encontrar allí a su marido, desnudo y bailando, convertido en el gigoló de
Menudo microrelato y que intensidad, invita a la imaginación al lector... Pero siempre descubrimos la cara más desnocida cuando menos nos lo esperamos.
ResponderEliminarBesos, Héctor