martes, junio 28, 2011

DEVORÁNDOSE

–No sabes morder –, le dijo él en su primer encuentro.
–Enséñame –, pidió ella, ofreciendo sus nalgas a la boca del hombre.

Él le dibujó una línea de joyas en las nalgas, una nube quebrada en cada pecho, una línea de puntos en los muslos, en su boca el coral, el jabalí en los hombros. Ella, a través de un orgasmo múltiple, le prometió aprender.

Se devoraban cada tarde, de la acera al portal, del ascensor al sexto, del pasillo a las sábanas; y todo fueron marcas, tatuajes de dientes sobre la piel morena. A veces, sangre. A veces. Entonces decidieron ir más allá y se afilaron los dientes.

2 comentarios:

  1. ¿Esta joya sangrante, intensísima, devoradora y fugaz es el trozo de tí que me dijiste? Pues es díficil morder más en menos líneas. Enhorabuena por todo.

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